sábado, 29 de noviembre de 2014

El enfermo imaginario 2







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En el desayuno fue la primera vez que mencioné el tema. Miró hacia otro lado; segundos después comentó que días atrás había notado esa aparición. Según sus palabras, inicialmente no le prestó atención, pero al percibir que la presencia no disminuía, sino que aumentaba, agregó que había decidido ir al médico la semana próxima. Ya tenía turno.

No quisimos nombrar la palabra enfermedad, mucho menos tumor, pero a partir de ese instante el día tomó un ritmo cansino, se adaptó a un compás diferente al de otros domingos o de un día cualquiera. Sentí que nuestras cabezas habían sido fijadas en eso, aunque nuestras palabras y rostros intentaran dibujar un paisaje distinto.



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